La Amistad: el auténtico motor de los Social Media


Aristóteles la definió como un bien digno de ser perseguido en sí mismo en su ‘Etica a Nicómaco’; Cicerón le dedicó un tratado (De Amicitia); Plotino la extendió a sus esclavos, a los que emancipó; Ralph Waldo Emerson la describió como ‘la obra maestra de la Naturaleza’; y desde entonces todo pensador en su sano juicio la ha postulado como una de las mayores alegrías de nuestro tránsito por este mundo. Me estoy refiriendo, por supuesto, a la amistad: una amistad que en nuestros días ha demostrado su rabiosa actualidad al convertirse más allá de su indudable excelencia ética en el auténtico motor de la revolución de los social media que estamos viviendo.

Las redes sociales – ejemplificadas por el caso de Facebook – fueron creadas precisamente como eso: redes de amigos, aunque resulte obvio que un ‘amigo’ en Facebook no es lo mismo que un amigo en el sentido pre-digital del término. Aún así, cada invitación en Facebook, Twitter y el resto son una puerta abierta para que un contacto casual, profesional y esperemos que siempre mutuamente beneficioso se convierta en una amistad en el sentido más pleno del término en la que podamos compartir las cosas buenas de la vida con una o muchas personas. El ‘networking’ en las redes sociales hace precisamente posible que aquellos en zonas aisladas o con problemas de movilidad puedan construir una red de contactos digitales que un día puedan ser desvirtualizados y de los que puedan surgir un número de amistades verdaderas – algunas veces de forma espontánea, otras sin duda tras un laborioso esfuerzo – que merezcan la pena. No es una exageración el declarar que aunque tan sólo fuera por haber acercado esta posibilidad vital al alcance de tantos y tantas, las redes sociales merecerían estar incluidas con letras de oro en los libros de historia, sabiendo como sabemos que la felicidad que la amistad y el compañerismo aportan a nuestra vida son simple y llanamente impagables.

Imagen: Flickr

El gran Miguel de Cervantes parecía dirigirse a todos y cada uno de nosotros cuando incluyó en el Quijote la famosa admonición de ‘Díme con quien andas y te diré quien eres’. Y no cabe duda de que esas palabras son tan ciertas en nuestro universo digital de hoy en día como hace cuatrocientos años. Cabría precisar que la tecnología ha hecho que nunca haya sido tan fácil encontrar aquellos con los que compartimos gustos y preferencias por keyword o palabra clave, y que aquello de ‘Dios los cría y ellos se juntan’ nunca haya sido tan cierto como lo es en Facebook, en donde el lugar de nacimiento o nuestros pasatiempos favoritos entre otros muchos se muestran precisamente para ayudar en este proceso. Si a todo ello le añadimos que la genial creación de Mark Zuckerberg nos recuerda los cumpleaños de nuestros ‘amigos’, nos inclina a pensar que no les falta razón a los que sostienen que junto al teléfono sea quizás una de las tecnologías más ‘amigables’ jamás inventadas.

No debemos sin embargo minimizar el enorme potencial de Twitter, que nos abre casi infinitas posibilidades con un mundo de contactos potenciales no tan sencillos de racionalizar por intereses comunes (aunque sin duda los hashtags o almohadillas, los perfiles y algunas herramientas ayuden) así como la oportunidad de llegar a personas que probablemente no nos responderían por otro medio (fuera este el teléfono, el correo o el email). Todos necesitamos amigos de diferentes ideas políticas y preferencias sociales y culturales a las nuestras y Twitter es uno de los mejores medios para conseguirlos. Los opuestos no solamente se atraen sino que a veces consiguen saltar todas esas barreras (a veces artificiales) que construimos a nuestro alrededor y llegar a ese punto común de nuestra experiencia humana compartida, aunque sin duda el estar expuestos a tantas ideas y visiones contrapuestas en Twitter nos ayude también a sopesar y valorar (¡o cambiar cuando así proceda!) las nuestras. Del mismo modo, nos facilita separar la paja del grano y encontar fácilmente a los sectarios e intolerantes antes de que perdamos un tiempo precioso en intentar congraciarnos con aquellos que tristemente son incapaces de apreciar o debatir otras ideas que no sean las suyas. Nos queda la esperanza de que el estar expuestos a la multitud de visiones contrapuestas en Twitter más allá de su círculo reducido les haga algún día más tolerantes y (¡sí!) amistosos con los que no encajamos en su ortodoxia.

Al mejorar nuestras destrezas en el manejo de las diferentes redes, desarrollaremos un sexto sentido que nos guiará hacia aquellos que de verdad están abiertos a la posibilidad de una amistad auténtica con respecto a aquellos que nos quieren utilizar meramente como un recurso de usar y tirar cuando no nos necesiten. Volviendo al caso de Twitter, nunca cejará de sorprenderme el número de peticiones de información, retuiteos, resolución de dudas y otros favores que le solicitan a uno (a veces con bastante descaro) por parte de aquellos a los que apenas conoce, que no se han molestado en dar ningún paso para establecer una relación virtual y que operan desde una atalaya desde la que creen que los demás les debemos algo. Qué gran verdad es que ayuda mucho el saber cuando se nos considera un mero ‘kleenex’ y cuando estamos entablando un intercambio de ideas, recursos y puntos de vista del que puedan surgir cosas mejores para ambas partes.

Finalmente, conviene recordar como siempre hago a mis alumnos que si quieres hacer amigos online una fotografía que invite a la amistad es casi siempre una buena idea. Házte un favor y no conviertas tu foto de perfil en un obstáculo más para todos aquellos que quieren conocerte. El combustible del motor de los social media es la amistad y el deseo universal de hacer más amigos, construir relaciones duraderas y compartir las cosas buenas de la vida con otros que merezcan la pena. Y este escrito es mi modesta invitación para que reflexiones sobre si tu marca personal desprende un aura de simpatía o amigabilidad y actúa como un imán que atrae amigos. Si ese no es el caso, estás a tiempo de modificarla. ¿A qué esperas? Y ya por último, recuerda: los amigos se hacen y nunca se imponen. Es sólo desde el respeto hacia la libertad de los demás desde donde se construyen las amistades verdaderas. Nada hay en mi trabajo que me haya hecho más feliz que los amigos y amigas que he ido haciendo gracias a nuestra pasión digital compartida. ¿Serás tú quizás el próximo?

About the Author

Especialista en comunicación y marketing online y marca personal. Profesor de los Másters en Social Media y Community Manager de la Universidad Complutense y de la UNED y de la Escuela Universitaria del Real Madrid. Consultor en 'Soyunamarca'. Autor de 'De Twitter al cielo'. Aprendo, opino y comparto.