El ‘modelo bocadillo’ de la marca personal
- 29th Monday 2013
- Personal Branding
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El proceso de creación y desarrollo de nuestra marca personal constituye uno de los mayores acicates conocidos para que desarrollemos todas nuestras potencialidades y ofrezcamos el mayor valor posible a los demás siendo fieles a nosotros mismos, nuestro estilo y nuestra idiosincrasia.
Sería un grave error subestimar el impacto que una marca personal sólida y bien planteada puede tener en nuestras vidas. Y es que para un profesional, puede ser la llave para ganar influencia, atraer oportunidades y avanzar en su carrera; para un recién graduado o licenciado, la catapulta para encontrar ese primer empleo; y para un emprendedor o autónomo, el factor decisivo que atraiga inversión, clientes y socios a sus proyectos. Ahí es nada. Pero ésta no ocurre nunca en un vacío. Como bien indica en su obra : “Si de verdad quieres destacar, deberás estar al tanto del ambiente que te rodea (el mercado, sus tendencias y la competencia a la que te enfrentas) y reflexionar de forma crítica sobre tus activos y cómo mejor emplearlos para tu beneficio”.
Algunos os estaréis preguntando: ¿No vale simplemente con hacer un buen trabajo y esperar a que los demás se den cuenta? La respuesta es un rotundo ‘no’: los demás no tienen el don de leer el pensamiento y no sabrán que haces un buen trabajo a no ser que tú se lo transmitas de una forma que les resulte comprensible y verificable (de ahí la enorme importancia de las recomendaciones). Si quieres que se te reconozca en tu campo o profesión en estos tiempos ultra-competitivos en los que nos ha tocado vivir, es del todo necesario que tomes las riendas de tu marketing personal y muy recomendable que utilices las redes y medios sociales como punta de lanza para tal fin. Recuerda que la invitación de la marca personal o personal branding nunca es que te auto-promociones para alardear o jactarte ante los demás, sino a que les eduques de forma inteligente y estratégica sobre el valor que puedes aportar. Y ese proceso de promoción va a requerir una comunicación de doble vía, como cuando generas un buen contenido en tu blog y tus seguidores lo comentan o te preguntan sobre él. ¡Eso es lo que hace posible Internet y la revolución digital de la que no puedes ni debes quedarte descolgado!
Durante los últimos años han proliferado las metáforas para intentar capturar de la forma más gráfica posible los componentes fundamentales de toda marca personal exitosa. Uno de los más reconocidos en nuestro país es el modelo/método ‘iceberg‘ desarrollado por . Hoy quiero proponer uno de mi propia cosecha que no es sino una adaptación ibérica de la propuesta de Kang: lo he denominado el modelo bocadillo de la marca personal en honor al más común y apetitoso de nuestros tentempiés. Veamos.
Nuestra marca, al igual que todo bocadillo que se precie, se compone de dos elementos fundamentales: el pan y el relleno. El pan representa la base del bocadillo y de nuestro branding: nuestro valor racional u objetivo, es decir, nuestra experiencia, competencias funcionales y destrezas para realizar óptimamente nuestro trabajo. De la misma forma que sin pan no hay bocadillo, si no somos buenos en la actividad profesional que desempeñamos o queremos desempeñar va a resultar imposible ‘vestir el santo’ por muchos esfuerzos de branding que llevemos a cabo. El relleno representa el valor emocional que aportamos, con factores como nuestra personalidad, nuestra imagen y estilo y lo ‘gustables’ que resultamos a nuestros compañeros, socios y clientes.
Y aquí llega una de las reglas de oro del personal branding: para que nuestra marca sea un éxito y podamos gracias a ella conseguir los objetivos que nos hayamos marcado, necesitamos tanto el valor racional como el emocional. Lo contrario hace que cojee de una de las dos patas que la sustenta con consecuencias siempre negativas para nuestros intereses. De ello nos percatamos cuando conocemos a aquellos que son ‘todo pan y nada de relleno’ y que nos resultan tan aburridos como ‘un bocadillo de pan’ (conozco a bastantes ingenieros y científicos así) o algún que otro artista que parece ser todo relleno pero sin ninguna sustancia base. Necesitamos idóneamente un equilibrio y armonía entre ambos elementos.
Si analizamos algunas de las marcas personales icónicas de nuestro tiempo, veremos que triunfan precisamente por conseguir ese Yin-Yang casi perfecto entre lo emocional y lo racional. Cuando pensamos en Antonio Banderas, por ejemplo, nos viene primero a la mente que es un actor talentoso que ha conquistado Hollywood (ese es el pan), pero también su atractivo, cercanía, simpatía y romanticismo de ‘latin lover’ (ese es el relleno). Por supuesto que lo que asociamos con ciertas personas puede ser también negativo, aunque en el contexto de la marca personal nuestra apuesta es siempre por desarrollar lo racional y lo emocional de nuestra marca en positivo para conseguir ser esa diseñadora web super-competente con un toque friki gracioso o ese director de marketing que domina las redes y medios sociales y que destaca por su simpatía y actitud.
Te invito a preguntar a tu alrededor para ver cómo se percibe tu marca en su integridad siguiendo la metáfora del bocadillo que espero te haya elucidado el proceso de construcción y mejora de nuestra marca en el que todos estamos involucrados de por vida. Cuando lo racional y lo emocional están integrados, el cielo es el límite y tenemos ante nuestros ojos bocadillos (guipuzcoanos) como los de la foto a los que cuesta mucho resistirse. ¡Pruébalos y verás!
Sobre el Autor
Especialista en comunicación y marketing online y marca personal. Profesor de los Másters en Social Media y Community Manager de la Universidad Complutense y de la UNED y de la Escuela Universitaria del Real Madrid. Consultor en 'Soyunamarca'. Autor de 'De Twitter al cielo'. Aprendo, opino y comparto.