El caso Neymar y la dimisión de Rosell: lecciones de una crisis


Los estudiosos de las crisis de reputación contamos – gracias a la saga provocada por el opaco fichaje de Neymar y la posterior querella por parte de un socio del Barça, que se ha terminado saldando con la dimisión del ya ex-presidente Sandro Rosell – con un nuevo caso de estudio que pone de relieve algunos de los principios más básicos de la comunicación institucional. La tozuda insistencia en que el fichaje del astro brasileño se reducía a €57.1 millones cuando el presidente Florentino Pérez había reconocido que el Madrid había ofrecido una cantidad sustancialmente mayor ya había hecho saltar todas las alarmas. Y hacía varios meses que el subdirector del diario El Mundo Eduardo Inda había apuntado a una cifra de más de €120 millones. Sinceramente, ningún conocedor del fútbol se tragaba el bulo oficial de 57. ¿Por qué entonces, con estas abrumadoras evidencias, se ha llegado hasta este estado de cosas?

No cabe duda de que el intento de maquillar en contrato de Neymar ha respondido a múltiples motivos: sus clausulas de confidencialidad, el deseo de meter un gol al eterno rival haciendo creer que el exótico crack habría preferido jugar en el Barça por unas cifras sensiblemente inferiores o el de hacer bandera del fichaje por motivos propagandísticos para una directiva que había sufrido serios reveses en su gestión. Sea como fuere, la querella de un socio culé ha propiciado que los propios documentos suministrados al juez por el FCB y a los que aparentemente tuvo acceso El Mundo pusieran las cosas en su sitio. A pesar de la bravuconada de Rosell pidiendo que la querella fuera admitida a trámite y que él fuera llamado a declarar (¿como imputado?), el daño ya estaba hecho.

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Ya que ambas afirmaciones se han realizado en el microclima sociopolítico de la Cataluña actual, existe un notable paralelismo entre los 57.1 millones de Neymar y la insistencia por una parte importante del nacionalismo catalán en que una eventual secesión de Cataluña no supondría la salida del nuevo país de la Unión Europea. Y es que como bien apuntara el presidente Lincoln, “se puede engañar a todo el mundo durante un tiempo y a algunos todo el tiempo; lo que no se puede es engañar a todos todo el tiempo”. Lo que se mantuvo durante un sorprendentemente largo período desde la Generalitat y los medios de comunicación filo-nacionalistas tuvo que sufrir desmentido tras desmentido por parte incluso de varios comisarios europeos para que finalmente el president Mas se tuviera que retractar y admitir a regañadientes la tozuda realidad. La psicología social estudia casos como éstos en los que la opinión púbica y los medios se adocenan y prefieren mirar para otro lado… hasta que la realidad resulta abrumadora y obliga a corregir afirmaciones sin base cuando no mentiras intencionadas.

Según el experto norteamericano Eric Dezenhall, la gestión de las crisis de comunicación se resume en dos grandes principios: si te has equivocado, pide perdón; si te atacan injustamente, defiéndete con vigor. El Sr. Rosell no ha hecho ni una cosa ni la otra, y ha perdido una oportunidad de oro de haber mitigado parte del daño institucional causado a su club en un discurso de despedida en el que ni se ha disculpado ni tampoco ha pasado a la ofensiva (dejando caer, eso sí, algún ataque velado a los ‘enemigos del club’ que no ha querido identificar). En nuestra cultura (a diferencia de la anglosajona), el pedir perdón en contextos corporativos nos cuesta Dios y ayuda, y se intenta evitar como la peste y a costa de lo que sea. En esta ocasión, el ‘lo que sea’ es un importante daño institucional al club y, por qué no decirlo, al fútbol en general (qué papelón el de la LFP, que no sabe ni contesta en toda esta historia). Pero no hagamos leña del árbol caído: de eso ya se encargará la historia. Mientras tanto, el resto de nuestros clubes de fútbol ya saben cómo no hacer las cosas.

Sobre el Autor

Especialista en comunicación y marketing online y marca personal. Profesor de los Másters en Social Media y Community Manager de la Universidad Complutense y de la UNED y de la Escuela Universitaria del Real Madrid. Consultor en 'Soyunamarca'. Autor de 'De Twitter al cielo'. Aprendo, opino y comparto.